A finales de enero Rajoy regresaba de verse con Ángela Merkel en Berlín. Hasta allí había ido a pedir pasta a la tía rica del norte, pero Tante Merkel, madre putativa de la prima de riesgo, dijo que nein. ¿Pero las reformas no son para ahorrar? Pues hazlas y con lo que te ahorras vas pagando lo que debes; le vino a decir la Tante. Total, que vuelto a casa con una mano delante y otra detrás Mariano se encerró en Moncloa a rumiar sus penas.