Junker apretando |
Bárcenas
no dejaba en paz al presidente pero Mariano también se veía
aquellos días a los pies de sus propios caballos. Hasta el lelo de
Barroso se permitía dar órdenes al Gobierno de Rajoy. A principios
de marzo, el Gobierno hubo de reconocer que no cumpliría las
previsiones de déficit y que necesitaba más pasta. Mucha más
pasta. La prensa amiga dijo que se había plantado ante Merkel, la
enemiga que se había rendido, pero lo que pasaba era que ya no había
manera de esconder el chorreo. El objetivo de déficit se iba del 4,4
al 5,8 %, y era solo el principio, que acabaría el año en el 10,6
%. Poco después Guindos anunciaba la destrucción de 630.000
empleos, que serían 850.000.
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